Cuaderno de lengua: crónicas personales del idioma español

n.º 20, 27 de agosto de 2003. Majadahonda (Madrid)

Diez postales de verano sobre el español


Victoriano Colodrón Denis
 
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1. El español en el mundo y en España
2. Aznar y el idioma imperial
3. En 2004, cita con el español en Rosario
4. Quique González, pop en español
5. Toponimia y viaje, entre Bricia y Bezana
6. Beckham estudia español
7. Dujos, Delibes, Grijelmo
8. Los Beltrán, televisión panhispánica, y Rafael Lapesa
9. El español refinado de Andrés Trapiello
10. Lengua, traducción y terapia


1. El español en el mundo y en España (Madrid, 3 de julio)

En la presentación, esta tarde, del Anuario del Instituto Cervantes, en la Casa de América. El salón de actos estaba lleno, entre el público se encontraban los alumnos de la Escuela Diplomática. En esta edición, el estudio anual del Instituto sobre la situación internacional del español se centra en la Europa del Este, el norte de África e Israel. Entre otros, ha hablado el secretario de estado de exteriores, Miguel Ángel Cortés. Ha dicho que si el español es la segunda lengua del mundo (¿repetir una y otra vez esta idea no ayuda un poco a hacerla realidad?), se debe no al número de las personas que la hablan o la estudian, sino al hecho de que exista una Comunidad Iberoamericana que ha tomado conciencia de sus intereses comunes.

También ha destacado la continuidad de estos Anuarios del Instituto (el de este año trae también ensayos sobre el español en las nuevas tecnologías, en el cine y en el pensamiento filosófico). Tiene razón. Una iniciativa mantenida durante seis años –y a pesar de dos cambios de director de la institución responsable- no es tan habitual en la administración pública española, y puede ser objeto de encomio, por extraño que parezca. Además, los Anuarios son realmente interesantes y útiles.

Qué casualidad que justo esta mañana, en el mismo día en que se ha presentado este diagnóstico del español en el mundo, me hablara un joven editor valenciano de sus dificultades para publicar en español en España, concretamente en Valencia. Me ha contado que allí es difícil, o imposible, contar con el apoyo de la administración autonómica, comprometida exclusivamente en la promoción del valenciano y de las ediciones en esa lengua. También me ha hablado de intereses creados, de mercados cautivos... Sus palabras me han transmitido una impresión de soledad y desaliento. Pero hay mucha inteligencia y mucha energía creativa en este hombre. Y también mucha fe -pero sin engreimiento alguno- en la trascendencia cultural de su proyecto, que bien puede desbordar fronteras (y ya ha empezado a vender en Estados Unidos).


2. Aznar y el idioma imperial (Majadahonda, Madrid, 15 de julio)

En su columna de hoy en El País, titulada “Por rutas imperiales”, Miguel Ángel Aguilar revela –o así lo pretende- la “genealogía de algunas de las ideas más queridas” de Aznar, entre ellas la de “la preeminencia del idioma español”. El comentario viene a cuento de la reciente gira del presidente español por los estados hispánicos de Estados Unidos. Dice Aguilar que para comprender el origen de esa fijación presidencial hay que acudir a los hermanos Anson. Sobre todo a Luis María, quien parece que, mediados los setenta, fantaseaba con el gran impulso que recibiría nuestro idioma si había un Papa español cuando se celebrara el quinto centenario del descubrimiento de América, en 1992. Más tarde, siendo presidente Adolfo Suárez, Rafael Anson fue nombrado director general de Radio Televisión Española y Luis María Anson presidente de la Agencia EFE, y “los dos hermanos continuaron afanándose en pro del idioma español, que ya veían como punta de lanza de la política exterior de nuestro país”.

El artículo hace referencia también al que fuera portavoz del primer gobierno de Aznar, Miguel Ángel Rodríguez, quien siguió con “la cantilena del idioma español”, olvidando, según Aguilar, que los españoles no somos los únicos propietarios de la lengua española, y que por tanto no podemos pensar que “acabaremos cobrando royalties a quienes la empleen”. Tal vez esté equivocado, pero creo que, si se acordó de Rodríguez, el columnista no debería haber dejado de mencionar a otros eminentes sostenedores y difusores, en el entorno presidencial, de la doctrina sobre la importancia política y económica del español para España. A Miguel Ángel Cortés, por ejemplo, y a otros, relacionados con la Fundación FAES y con la Nueva revista de política, cultura y arte.

Pero, ¿cuál es el segundo “designio ansoniano” adoptado por Aznar? Ni más ni menos, afirma Miguel Ángel Aguilar, que el de “vertebrar” a la comunidad hispánica de Estados Unidos para que su voto sea decisivo en las elecciones a la Casa Blanca: “En palabras de Anson, se trataría de que quien vaya a ser el presidente norteamericano se decida en La Moncloa. ¿Por qué ambicionar menos?”. No sabe uno a veces si es que uno es muy tonto o si los hay que se pasan de listos.


3. En 2004, cita con el español en Rosario (Majadahonda, Madrid, 19 de julio)

La noticia, tomada de un despacho de la agencia EFE, la ha dado Alberto Gómez Font en el foro Apuntes: la ciudad argentina de Rosario albergará el III Congreso Internacional de la Lengua Española en septiembre de 2004. Parece que el lema será el que anunció Fernando de la Rúa hace dos años, en el último de estos congresos, el de Valladolid: “El idioma español, las tecnologías y la nueva integración”. Aunque otra nota periodística se refiere a un lema distinto: “Identidad lingüística y globalización”.

En cualquier caso, se despeja así la duda que se había extendido en las últimas semanas en medios periodísticos de Rosario: cuando la ciudad parecía favorita para ser designada como sede del congreso, se temió que la decisión final del gobierno argentino favoreciera a Buenos Aires. Se habló entonces del “tradicional centralismo” del país y hasta de “la presión del voraz centralismo porteño”. Pero el riesgo quedó conjurado: debieron de servir las gestiones de las autoridades rosarinas ante Kirchner, el hecho de que el ministro de asuntos exteriores de su gobierno sea de Rosario y también el interés español en que el congreso tuviera lugar en esta ciudad de marcada huella hispana. Así se mantiene el principio de no escoger como sedes a capitales: Zacatecas 1997, Valladolid 2001, Rosario 2004..., ¿Cartagena de Indias 2007? ¿Y por qué no Santiago de Cuba, Antigua Guatemala o... Miami? Aunque si ese año el congreso ha de volver a España, yo propondría a la ciudad más bonita del país, Cádiz...


4. Quique González, pop en español (Becerril de la Sierra, Madrid, 24 de julio)

Recital de más de dos horas de Quique González, esta noche, al aire libre, en la terraza de un bar de copas. He ido con Ernesto y con Andrea. En el público éramos sólo cincuenta o sesenta personas, el ambiente era casi íntimo. Como siempre que le oigo cantar, en vivo o en sus discos, la sensación de venir asistiendo, desde hace ya cinco años, al despliegue de una sensibilidad y de una creatividad singulares, extraordinarias. Y esto es un espectáculo siempre fascinante. En Quique encuentro lo que siempre me ha maravillado en la música pop (en mi preferida, al menos), esa capacidad de levantar un mundo y suscitar emociones en sólo tres minutos, a veces repletos de matices que no se cansa uno de apreciar una y otra vez, verdaderos alardes de inteligencia y delicadeza –o de energía- sonoras.

Pero la música popular me ofrece también una de las mejores maneras de degustar la lengua. Distinta, en cualquier caso, de las que pueden brindar la lectura, el cine o la conversación. En las canciones que canta Quique González, la lengua, el español, adquiere un volumen, un cuerpo sonoro particular, modelado a medias por la calidad de su voz y por su forma de pronunciar, que es, según mi gusto, limpia, escueta. Sencilla y sin adornos, sin efectos. Una dicción que a mí, además, no es que me suene familiar por madrileña, sino que me da Madrid, es Madrid, mi ciudad, una forma de haberla vivido y de entenderla, teñida de una determinada sentimentalidad. Todo esto me pasa también con Antonio Vega (su voz exacta, su voz de plata) y con el decir grave, sobrio, tan de verdad, de Enrique Urquijo, siempre presente.

Y uno de los mejores momentos del concierto ha llegado precisamente cuando Quique ha cantado al piano, acompañado por Rebeca, “Calles de Madrid”, esa canción nueva, preciosa, que estará en su próximo disco. Pero el placer que digo no tiene que ver sólo con esta ciudad, ni se limita al español. En el caso del inglés podría citar dos ejemplos muy distintos de una forma de cantar que le procura a la lengua –a mis oídos, al menos- una especial corporeidad o densidad acústica: la prosodia precisa y el timbre mate, muy personal, de Roddy Frame (emocionante en su último disco, Surf); y también Leonard Cohen con su inglés impecable, que tiene, gracias a la voz y a la dicción, la calidad de un vino o de un oro viejo.


5. Toponimia y viaje, entre Bricia y Bezana (Comillas, Cantabria, 26 de julio)

Ayer, en el viaje desde Madrid, hice una parada en Bezana sólo por la belleza de este nombre (el poder extraño de la toponimia, con su capacidad de fascinación). Bueno, en realidad fue también por el paisaje, el color limpio de los herbazales amplios, despejados, la espesura de los bosques y la impresión de placidez que transmitía el caserío. En cualquier caso, si un topónimo por sí solo puede justificar un viaje, con mayor razón puede ser motivo suficiente para un pequeño desvío y una breve parada en un viaje.

Son muchos años ya viajando en coche a Cantabria. Sobre todo a partir de Burgos capital, cuando se abandona la autopista, la ruta es una maravilla tanto por el paisaje como por la toponimia, o mejor por la conjunción de los dos. Entre mis preferidos, están el nombre de este valle, Valdebezana, y el de la comarca que le precede según se avanza hacia el norte, Bricia, como perfumado de brezo. También Turzo, tan enigmático, o ese otro, ya en Cantabria, tan propicio para conjeturas y fantasías narrativas: Vozpornoche.


6. Beckham estudia español (Gredilla de Sedano, Burgos, 1 de agosto)

Lo cuenta hoy Lourdes Gómez en El País: el secretario de estado de educación del Reino Unido ha dicho que, ahora que David Beckham está en España y ha anunciado que va a aprender español, va a ser más fácil promover el estudio de esta lengua entre los chicos británicos. Sólo la elige un 8% en la educación secundaria, frente al 52% de los que estudian francés y el 21% que opta por el alemán. “David Beckham puede ser un muy útil representante para demostrar a los jóvenes que aprender castellano es cool”.

Parece que el gobierno británico quiere que el español “compita” en los colegios con el francés y el alemán, convencido de que es “la segunda lengua más hablada, después del inglés, en el mundo de los negocios”, como dijo hace un mes el propio ministro de educación. En la información que le dedicó a este asunto The Independent a principios de julio, se atribuía al gobierno del Reino Unido la preocupación por ese “descuido” del español en la educación, en la medida en que pudiera ir en detrimento de “la capacidad del país de ganar contratos y comerciar en los países hispanohablantes”. No dan puntada sin hilo. Otra cosa es lo que vaya a hacer Beckham en ese Real Madrid circense, y si no se revelará más acertada la política... iberoamericana de fichajes del Atlético de Madrid (Rodrigo, Novo, ¿Ibagaza?, ¡Simeone!).


7. Dujos, Delibes, Grijelmo (Gredilla de Sedano, Burgos, 3 de agosto)

Esta tarde, ya con el sol muy bajo, hemos subido hasta el dolmen de las Arnillas por el camino que discurre paralelo al arroyuelo de la Granja. Un paraje desolado, como casi todos los de esta zona. Sólo hemos visto a un corzo, que se ha detenido a observarnos en la ladera de enfrente y luego ha escapado corriendo hacia el robledal. Arriba, el paisaje grandioso del páramo, con unas vistas magníficas, y una soledad y un silencio sobrecogedores.

Pero lo que quería apuntar aquí era que al principio del camino, adosados a las paredes calizas de la barranca, hemos visto unos dujos, colmenas artificiales con forma de casitas. Según el diccionario de la Real Academia, este término es propio de Cantabria, pero se ve que también se emplea en Burgos, al menos en esta comarca. Lo hemos encontrado escrito en la guía de senderos que compramos ayer en la oficina de turismo de Sedano. Seguro que también lo ha utilizado en alguno de sus libros Miguel Delibes, que según nos han contado está pasando aquí el verano, como todos los años desde hace treinta (cada día, al pasar por delante de su casa, albergamos la esperanza de cruzarnos con él, y no pudiendo saludarle de otra manera, le enviamos mentalmente nuestros respetos y nuestra admiración de lectores agradecidos).

Quien sí escribió esta palabra fue Álex Grijelmo, precisamente en la entrevista que le hizo a Delibes aquí, en Sedano, hace ahora trece años (se publicó en El País el 2 de agosto de 1990). Una entrevista que, según contó luego él en El estilo del periodista, constituyó una de sus mayores satisfacciones profesionales:

“Todo esto lo cuenta [Delibes] mientras recrea su mirada en la hornillera y en los dujos donde habitan las abejas, o cuando observa la humedad de los tallos del rastrojo.

- Don Miguel, ya casi nadie sabe esas palabras.

- Es una lástima, dentro de poco tendrán que leer los libros con diccionario.

Es otro de los placeres de acercarse a los orígenes. A veces se escuchan en Sedano palabras cuyo significado ignoramos. Pero suenan tan bien que da gloria oírlas”.


8. Los Beltrán, televisión panhispánica, y Rafael Lapesa (Málaga, 7 de agosto)

Me he aficionado a Los Beltrán, una comedia televisiva de Estados Unidos grabada originalmente en español, y que han empezado a emitir en España. Me resulta divertida, aunque reconozco que es un humor muy elemental (no sin algunos buenos chistes y situaciones muy graciosas). Pero sobre todo me interesa desde un punto de vista lingüístico, por la convivencia, en los diálogos, de tres o cuatro variedades del español: principalmente el español cubano de la familia protagonista, afincada en Burbank, Los Ángeles, y el español mexicano de otro par de personajes, pero también el español gringo de un joven vecino estadounidense y el español madrileño de su pareja, trabajosamente imitado por un actor que se nota que no es de Madrid, ni siquiera de España, y que se esfuerza en reproducir nuestro ceceo y nuestras eses plurales.

Así, la serie ilustra un modelo lingüístico muy diferente del de otras producciones televisivas del ámbito hispánico que buscan un “español neutro”: que no se noten demasiado los rasgos del habla de un sitio determinado y todo suene indefinidamente “latinoamericano”, con el fin de que se acepte el producto en todos los países hispanohablantes sin que en ninguno se rechace por percibirse como demasiado extraño. No, en Los Beltrán se ha optado por dejar que cada uno hable como habla, con su acento y sus particularidades léxicas y gramaticales, sin ocultar los localismos (el muchacho mexicano salpica con sus “lana”, “bato” o “quihúbole” habituales sus diálogos con los suegros cubanos, sin que estos muestren extrañeza alguna ni problemas de comprensión).

De esa manera, la telecomedia refleja bien un viejo ideal de unidad lingüística del español. El que se basa, no en la selección y el empleo de un mínimo denominador común a todos los dialectos del idioma, sino en el respeto y el conocimiento de las variedades distintas a la de uno, hasta llegar a considerarlas propias. Como lo que proponía Rafael Lapesa en su lema de la comprensión mutua: “Hablo español, y no considero ajena a mí ninguna modalidad de habla hispánica”.


9. El español refinado de Andrés Trapiello (Málaga, 10 de agosto)

He terminado el último volumen de los diarios de Trapiello, El fanal hialino, que tenía reservado para este verano desde que se publicó, hace dos o tres meses. La suya me sigue pareciendo una de las mejores prosas del país, fluida, matizada, sencilla y refinada al mismo tiempo. Muchas veces ha declarado él su adhesión al principio cervantino de la llaneza del estilo, de escribir como se habla. Es conocida su aversión a lo que Juan Marsé llama la “prosa sonajero”, tan preocupada de buscar efectos, y su rechazo del retoricismo y lo altisonante. Frente a eso, prefiere la estirpe de quienes, más atentos a crear vida con la escritura, lo han intentado sin engolar la voz, sin recurrir a un estilo ampuloso o demasiado estupendo, sin preciosismos. Cervantes, Galdós, Baroja (aunque en El fanal hialino, Trapiello habla de su barojismo como de algo pasado). Hasta el punto de que creo haberle descubierto en más de una ocasión algún desaliño estilístico voluntario, precisamente como recurso de estilo que ayude a dar esa impresión de llaneza y naturalidad.

Pero Trapiello escribe bien, muy bien, y su prosa es todo menos descuidada. En la amplia paleta de sus recursos expresivos destaca la plasticidad de su español, la riqueza de su vocabulario. Ahora bien, es una riqueza auténtica, genuina, no espuria ni sobrevenida, y como tal no ostentosa. Es decir, no se exhibe en alardes de pirotecnia verbal, con frases recamadas de rutilante pedrería léxica..., sino que se muestra contenida, y se expresa de otras formas: la capacidad de atinar con la palabra justa o la de elegir, entre las opciones posibles, la que tenga más sabor, o el sabor que más le interese darle a la página. Algunas veces serán términos con un regusto popular, o rústico, o castizo, o poético, pero casi siempre desusados o inusuales, los que se engarzarán en esa escritura llana y sencilla, sin que resulte forzado.

Así que no me parece que Trapiello sea redicho ni pedante cuando escribe binza o peteretes, cuando confiesa dedicarse al cazcaleo, describe los ampos de la nieve o se refiere a un tabaque de ciruelas. Porque esas palabras, y la forma en que están usadas -junto con otros recursos, sus comparaciones y sus metáforas, por ejemplo-, hacen del suyo un español refinado, sí, pero con el refinamiento y la elegancia de lo sencillo y bien escogido.


10. Lengua, traducción y terapia (Majadahonda, Madrid, 19 de agosto)

Ha venido Alfonso a cenar a casa. Como siempre pasa con él, la charla ha sido relajada e instructiva, muy agradable. He olvidado decirle que llevo unos días leyendo su tesina sobre traducción y terapia, tan rica y tan amena como su conversación. En ella va desgranando las similitudes entre los oficios de traductor y de terapeuta, que conoce muy bien. Y lo hace sin renunciar a la teoría y a la densidad conceptual (en algunos pasajes el lector profano, desconocedor de la Gestalt, puede perder pie), pero refiriéndose continuamente a su experiencia, a su vida, con citas, recuerdos, poemas y anécdotas. Como esa del terapeuta en cuya tarjeta de visita había una errata: Teraputa transpersonal, decía, “revelando tal vez el subconsciente de algunos colegas que se quejan de ‘estar siempre de servicio’”.

La próxima vez que nos veamos, le diré que uno de los apartados que más me han gustado ha sido el que le dedica al “lenguaje orgánico”, que es “el que surge del cuerpo y no de la mente”: el lenguaje de quien, al hablar, “escoge sus palabras”, “implica el cuerpo con los gestos” y “varía el tono, el ritmo y el volumen de la voz”; y no “repite automatismos y fórmulas”, no “pronuncia inmóvil y rígido” ni “mantiene una expresión monocorde”. Le quiero preguntar a Alfonso si tiene muchos colegas que compartan su convicción de que en la terapia hay que cuidar el lenguaje, eligiendo “cuidadosamente” las palabras “en lugar de utilizar las fórmulas hechas o la jerga gestáltica”. Si hay muchos que, como él, muestren la misma conciencia de que “al terapeuta le conviene, como al traductor, seleccionar en cada momento el vocablo y la expresión más adecuada de entre el rico bagaje de sinónimos y metáforas que permite la lengua en que trabaje, pues, cuando esta se empobrece, se empobrece la experiencia, la comunicación y la vida misma, empequeñeciendo su comprensión”.

Preguntas y comentarios quedarán para una próxima conversación. Ahora que ya ha escrito sobre dos de sus etapas vitales, las de la terapia y la traducción, le volveré a insistir en que no demore mucho más la redacción de sus recuerdos de la etapa anterior, la de viajero. En la tesina apenas hay referencias a los cinco años que pasó viajando por todo el mundo, que fue cuando se dio cuenta de que “los idiomas no se componían de sonidos y palabras, sino, fundamentalmente, de olores, sabores, colores, imágenes, recuerdos, ritmo y música, pero, sobre todo, de formas de vivir y afrontar, nombrando, el mundo que nos rodea, que no es otra cosa que la ampliación e interpretación de nuestro mundo interno”.

 

 
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