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"Las
cosas de que voy a tratar en este cuento,
ensayo o lo que vaya a ser, y que se refieren, en
definitiva, a la esencia y las motivaciones del decir,
el contar y el inventar, me vienen preocupando desde
hace tanto tiempo e interesando con tanta asiduidad
que no sólo soy incapaz de fechar mis primeras
reflexiones conscientes al respecto, sino que, dadas
las múltiples adherencias que cría un
tema tan rico, puedo afirmar que nunca en mi vida
me he detenido con verdadera complacencia a pensar
en otra cosa".
Carmen Martín Gaite, El
cuento de nunca acabar,
Trieste, Madrid, 1983.
"Me gusta
decir. Diré mejor: me gusta palabrear.
Las palabras son para mí cuerpos tocables,
sirenas visibles, sensualidades incorporadas. Tal
vez porque la sensualidad real no tiene para mí
interés de ninguna especie -ni siquiera material
o de ensueño-, se me ha transmutado el deseo
hacia aquello que crea en mí ritmos verbales,
o los escucha de otros. Me estremezco si dicen bien".
Fernando Pessoa, Libro
del desasosiego de Bernardo Soares,
Seix Barral, Barcelona, 1985, p. 38, tradución
al español de Ángel Crespo.
"Parler me fait peur parce que ne disant jamais assez, je dis toujours trop".
Jacques Derrida, citado por Carmen Martín Gaite en sus Cuadernos de todo, Areté, Barcelona, 2002, p. 297.
"Creo que fue Camus quien dijo que una conversación desordenada es pecado. Sin embargo, la ley de la conversación es el meandro, la digresión e incluso la interrupción brusca, que la deja en el aire, alimentando el futuro para que no se canse de esperarnos".
Francisco Solano, Bajo las nubes de México, Areté, Barcelona, 2002, p. 297.
"En la vida moderna
damos una exagerada importancia a las conclusiones
y las aplicaciones. La conversación no tiene
'conclusión', no ha de llegar a ninguna parte,
y la mayoría de las veces acaba conduciendo
a más conversación antes que a soluciones
o respuestas. [La verdadera conversación es]
la que da vueltas y más vueltas a las ideas
y experiencias, satisfaciendo al alma con sus matices
antes que con explicaciones o revelaciones extraordinarias.
[...] La conversación flota en el aire entre
las personas, se pone en movimiento sin apresurarse,
encuentra su ritmo y va disminuyendo de velocidad
hasta terminar. Supongo que es posible una conversación
rápida, pero siempre será algo truncado,
un sustituto de lo auténtico. La conversación
tiende a crecer a su propio aire y por sus propios
caminos".
Thomas Moore, Las
relaciones del alma,
Urano, Barcelona, 1995, p. 161-162. Traducción
al español de Jorge Luis Mustieles.
"Acaso tampoco el contar cuentos esté
de moda, porque cada
vez son más abundantes los escurridizos interlocutores
que esgrimen el escudo del "no me cuentes cuentos"
o del "no estoy para historias", y nunca
están dispuestos a prestar atención
al relato de lo que no es noticia, de aquello que
no es lo sabido por todos, de ese otro lado del espejo
del que todos hablan y nadie, salvo el cuentista que
tiene alforjas de buhonero con olor a lluvia y a humo,
ha visitado".
Miguel Sánchez-Ostiz,
Mundinovi:
gazeta de pasos perdidos,
Pamiela, Pamplona, 1987, p. 164.
"- El arte de escuchar -continúa diciendo [Enric Frigola]- es terriblemente cansado y vale realmente la pena poseer una renta para ahorrarse tener que practicarlo. A mi entender, la forma más concreta y agradable de la independencia es poder vivir sin necesidad de escuchar a nadie".
Josep Pla, El cuaderno gris,
Destino, Barcelona, 1981, p. 46. Traducción al español de Gloria de Ros y Dionisio Ridruejo.
"También protesto contra las explicaciones excesivas. Me refiero al hábito de comenzar desde muy atrás y luego avanzar lentísimamente hacia el único hecho que en realidad nos interesaba. Pienso en esas personas que ante la pregunta más modesta -o más impaciente- quisieran abrumarnos con una crónica complicada y enorme [...] Concedemos que el origen de ciertas situaciones políticas es lejano, pero objetamos que siempre intervengan los visigodos".
Alejandro Rossi, "Protestas", en Manual del distraído, Anagrama, Barcelona, p. 180.
"¿Por qué hablas tan alto? No puedo oír lo que dices".
Ralph Waldo Emerson , citado por Roger Aisle y Jon Krausher en Tú eres el mensaje, Paidós, Barcelona, 1993, p. 108. Traducido al español por ...
"¿Puede
ser impersonal una buena conversación?
[...] ¿Por qué se habla de amor a primera
vista pero no de amor al primer sonido? [...] ¿Son
necesarios los recuerdos comunes para una conversación
que dure toda la vida? [...] ¿Se marchita la
mente si no es alimentada por la conversación?
[...] ¿Debe discurrir una conversación
exactamente como se había previsto para considerarse
satisfactoria? [...] ¿Es posible conversar
con un cliente, si el cliente siempre tiene la razón?
[...] ¿Es más valiosa la conversación
en la que más se arriesga? [...]
Theodore Zeldin, Conversación,
Alianza, Madrid, 1999. Traducción al español
de Belén Urrutia.
"Molte scempiataggini si dicono in compagnia
per voglia di favellare. Ma il giovane che ha qualche
stima di se medesimo, quando da principio entra nel
mondo, facilmente erra in altro modo: e questo è,
che per parlare aspetta che gli occorrano da dir cose
straordinarie di bellezza o d'importanza. Così,
aspettando, accade che non parla mai. La più
sensata conversazione del mondo, e la più spiritosa,
si compone per la massima parte di detti e discorsi
frivoli o triti, i quali in ogni modo servono all'intento
di passare il tempo parlando. Ed è necessario
che ciascuno si risolva a dir cose la più parti
comuni, pero dirne di non comuni solo alcune volte".
Giacomo Leopardi,
Pensieri,
Rizzoli, Milán,
1988, p. 139.
"Quien tiene
poder se recrea en el uso de la palabra,
mientras que los que no lo tienen tampoco disponen
de un tiempo para sus palabras, ni de tiempo para
los silencios necesarios entre palabras; de ahí
que los menos poderosos se vean obligados a dar el
máximo de información en el menor tiempo
posible, aun a riesgo de resultar precipitados, o
a callar resignadamente".
Pilar García
Mouton, Cómo
hablan las mujeres, Arco
Libros, Madrid, 1999, p. 78.
"Empezamos a hablar de esto y de lo otro,
pero con X eso no se puede hacer. A veces trae escrito
en un papel las cosas de las que hemos de hablar,
en un orden, y hay que seguirlo [...] Con X [...]
no se puede alterar el orden. No son tampoco asuntos
muy importantes. Pueden ser, por ejemplo: 1. El ibro
de Fulano. 2. ¿Qué tal tu novela?. 3.
Recuerdos de Mengano. 4. ¿Dónde vais
a pasar la Semana Santa? 5. Tomad, os he traído
este disco de Nueva York. 6. No hay derecho, lo que
le han hecho a Mengano...". "Al principio
nos tomábamos un poco a chirigota ese ordenancismo
suyo pero comprendimos que le impacientaba mucho saltar
de un tema a otro, como si en su desorden hubiese
alguna lógica y en el nuestro ninguna en absoluto.
Pero como tampoco nos cuesta darle ese gusto, es él
quien decide el protocolo de la conversación
y el orden de intervención, quien asigna a
cada uno de los puntos del día el tiempo que
cree necesario y los desvíos que están
tolerados".
Andrés Trapiello,
Los hemisferios
de Magdeburgo, Pre-Textos,
Valencia, 1999.
"Esta inmediatez, esta facilidad para contar
y decir, esta incontinencia
[verbal] general y esta constancia de las tentativas
fallidas [de llamadas a teléfonos móviles]
han propiciado un abaratamiento y una trivialización
del hablar y del escuchar como nunca se habían
dado. Puesto que la cháchara es continua y
omnipresente, crece la tendencia a no otorgar la menor
importancia a lo que se dice ni a lo que se oye".
Javier Marías, artículo en El
País Semanal
"Estoy seguro de que la casualidad nos hace llegar
relatos de carácter
oracular. Hay una sanación por la escucha -la
escucha de la lectura silente o la escucha del recitado-
igual que hay una sanación por la escritura
y el habla. Lo que decimos, lo que escribimos, lo
que cantamos, para que otros lo escuchen, por el hecho
de ser dicho, cantado y escrito, nos duele menos,
y menos nos atormenta. En el decir existe una manera
del regalo y de la comunión, una forma de conjurar
la soledad y el miedo".
Carlos Marzal, "La palabra sanadora", en
Blanco y negro
cultural, 21 de febrero
de 2004, p. 6
"Por
qué se acaba el arte de contar historias
es una pregunta que me he hecho siempre que, aburrido,
he dejado pasar largas horas de sobremesa con otros
comensales". "... quien no se aburre no
sabe narrar. Pero el aburrimiento ya no tiene cabida
en nuestro mundo. Han caído en desuso aquellas
actividades secretas e íntimamente unidas a
él. Ésta y no otra es la razón
de que desaparezca el don de contar historias, porque
mientras se escuchan, ya no se teje ni se hila, se
rasca o se trenza. En una palabra, pues, para que
florezcan las historias tiene que darse el orden,
la subordinación y el trabajo. Narrar no es
sólo un arte, es además un mérito,
y en Oriente hasta un oficio".
Walter Benjamin, "El pañuelo", Historias
y relatos, Muchnik
Editores, Barcelona, 2000, p. 39-40, traducción
al español de Gonzalo Hernández Ortega.
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